jueves, 29 de diciembre de 2016

El Meridiano perdido de Cádiz



Un estudio rescata del olvido la línea imaginaria que sirvió de referencia a la cartografía náutica durante un siglo y dio prestigio internacional a la ciudad
Jesús A. Cañas
Cádiz 23 DIC 2016 - 13:56 CET





Decían los geógrafos medievales que la determinación de la longitud en las coordenadas geográficas era el límite puesto por Dios a la inteligencia de los hombres. Y no andaban desencaminados cuando, durante siglos, Estados como España, Inglaterra, Holanda y Francia convocaron concursos en los que prometían altas recompensas a cambio de un método eficaz para definir esas medidas. La seguridad de las navegaciones o el dibujo de las fronteras bien lo merecían. A diferencia de la latitud y su centro geográfico en el Ecuador, la longitud ni siquiera gozaba del consenso para un meridiano cero. Por eso, durante siglos, tener un meridiano propio como Estado era señal de poderío y progreso. España tuvo varios: Madrid, Toledo, Isla del Hierro, Pico del Teide o Salamanca. El de Cádiz fue durante un siglo el referente mayoritario para toda la flota española. Cayó en desuso años antes del establecimiento del de Greenwich como meridiano internacional y ahora un estudio lo rescata del ostracismo.
Miguel Ramos, investigador y autor del documento, llevaba años “con el gusanillo de investigar qué supuso para Cádiz su establecimiento”. “Desde 1753 hasta 1850, la mayor parte de las cartas náuticas españolas y de los diarios de navegación están referidos al meridiano de Cádiz. Gozó de gran relevancia internacional y prestigio marítimo, pero hoy en la ciudad nada lo recuerda”, resume Ramos. Hasta ahora, ni siquiera se sabía por qué puntos transcurría con exactitud.
Varias causas hicieron, en 1717, del meridiano de Cádiz una guía para la navegación española. Aquel año, la ciudad se convirtió en sede de la Real Casa de la Contratación de Indias, organismo que regulaba el comercio y la navegación con los territorios de ultramar. Su traslado desde Sevilla solo confirmó lo que ya estaba ocurriendo desde hacía décadas. El poderío comercial de Cádiz en el comercio con las Indias generó a la ciudad pingües beneficios y empujó otros acontecimientos: en 1717 se crea, además, la primera Academia de Guardias Marinas de la Armada, antecedente de la actual Escuela Naval Militar.



En ese siglo de oro del comercio, a Cádiz (que en ese momento era la quinta ciudad más poblada de España) le faltaba su propio meridiano. Llegó en 1753 gracias al Observatorio Astronómico de la Marina, que se ubicaba en la desaparecida torre del homenaje del Castillo de la Villa. España pasó a contar con dos meridianos importantes activos, Madrid y Cádiz. Al calor de las rutas comerciales, el segundo “se popularizó rápido entre la flota española e incluso de otras nacionalidades”, como rememora Ramos. En esos años, “los buques se cambiaban posiciones entre ellos, referenciados a sus propios meridianos, eso hizo que el de Cádiz gozara de gran prestigio”.
Ramos ha rescatado cartografías y diversa documentación que hace referencia al meridiano olvidado. Además, ha cruzado el callejero actual de la ciudad con la maqueta de Cádiz fechada en 1777 para conocer la ubicación exacta del Castillo y su torre. Gracias al topógrafo Manuel Marrón, ha trazado la línea imaginaria que entraba por el Campo del Sur y salía por el barrio de San Carlos. Monumentos de la ciudad como el Salón de Plenos del Ayuntamiento o el Monumento a las Cortes, estaban atravesados por el meridiano.
Ahora, coincidiendo con que Cádiz pretende celebrar en 2017 el Tricentenario del Traslado de la Casa de la Contratación, Ramos quiere recuperar la visibilidad de esta coordenada. Por ello, seguirá avanzando en la investigación y pretende colocar un tachuelado por la ciudad que rememore el recorrido del meridiano, al igual que el que existe en otras ciudades como Roma o París. Para ello, espera contar con la colaboración de particulares, asociaciones e instituciones públicas. Ya cuenta con el boceto de una escultura de bronce, realizada por Fernando Montero, que representa a una mujer joven envuelta en el pabellón naval de la Armada del siglo XVIII. Señala al horizonte y Ramos espera que se instale en la zona del Campo del Sur, justo en la línea del meridiano, señalando el mar que llevó prosperidad y fama internacional a Cádiz.



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